“Cruzando fronteras”

Fernanda descubrió su amor por la bicicleta mientras atravesaba accidentalmente la frontera entre Dinamarca y Alemania.

“La historia de cómo descubrí que me gustaba hacer fondos es muy divertida; estaba de camino a la escuela y decidí irme en bicicleta, yo juraba que era todo derecho durante unos 80 km, pero me despisté y tomé el camino equivocado, seguí y seguí hasta que encontré unos policías que me dijeron que ya estaba en otro país. Fue gracias a esto que descubrí que en la bicicleta se puede llegar tan lejos como se quiera, solo necesitas tus piernas y un estado mental fuerte.”

Desde ese momento, Fernanda se dio cuenta que ese era el tipo de experiencias que quería experimentar toda la vida, las sensaciones que la bicicleta le proporcionaba iban más allá de solamente un deporte, encontró motivación, paz, apoyo y comunidad.

“Siempre he sido muy deportista, hacía soccer y tenía una beca por ello, competí a nivel internacional y estuve en sub 17, pero eventualmente me di cuenta que el soccer estaba haciéndome daño, me volví demasiado impulsiva, tenía que salirme de ahí. Fue después de la experiencia que tuve en Dinamarca que me quedé con la espina de la bici, pero ni siquiera sabía que existía el deporte de ciclismo solo como tal, así que entré a triatlón, pero lo que más me gustó siempre fue la bici y la gente comenzó a notar que era buena. Logré mucho a nivel competitivo, pero para mi, la bici ahora es más que un deporte, es un medio para llegar a donde quiera, física y mentalmente, la veo como una necesidad básica del día a día. Los kilómetros largos me dan la sensación de poder con todo, curan cualquier dolor interno, siento que, si puedo con los obstáculos que cruzo en la bici, puedo con todo.”

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